Las referencias documentales e historiográficas con las que contamos parecen indicar que, al menos desde la segunda mitad del siglo XIII, debía existir ya algún tipo de pequeño asentamiento en el lugar que hoy en día ocupa el pueblo de Las Rozas.
Este primigenio núcleo de población se situaba en el fondo de una vaguada, en parte protegida de los vientos serranos y por la que fluía un pequeño arroyo de cauce estacional. Esta circunstancia provocaría que, a lo largo del tiempo, sus edificios se fueran organizando en dos bandas longitudinales y paralelas, dejando un amplio espacio de separación entre ambas por cuyo centro discurría el mencionado arroyuelo que, en época de lluvias, recogía las escorrentías de las numerosas y pronunciadas laderas existentes en la zona.
Fue así constituyéndose la arteria principal del pueblo que, con el paso del tiempo, se acabaría convirtiendo en la actual calle Real, en torno a la cual se fue articulando el progresivo desarrollo urbano de Las Rozas, dando paso a la aparición de una serie de pequeños barrios que acabaron conformando su casco histórico.
Hacia la segunda mitad del siglo XVIII, para tratar de evitar los múltiples problemas que causaba la existencia de un arroyo en la calle más importante del pueblo, se decidió construir una gavia con la que encauzar sus aguas y evitar así los incómodos lodazales. Para posibilitar el tránsito de personas entre una y otra orilla de esta gavia fueron surgiendo una serie de pequeños puentes o pasarelas que recibían nombres populares, como de Cahete (a la altura de la Cuesta de San Francisco), del Tío Polo (frente a la C/Romeral), del Tío Juanito, del Tío Colilla o de Ladrillo. Este último era el más grande y el de más sólida construcción, y se ubicaba, más o menos, en el inicio de la actual avenida de la Constitución. A principios de los años 30 del siglo XX se procedió a eliminar la gavia, la cual, además de suponer un incómodo obstáculo en la arteria principal del pueblo, se había convertido en un problema de salubridad por el estancamiento de aguas residuales y la acumulación de inmundicias, siendo parcialmente soterrada.
Por otro lado, hasta el siglo XVIII, la principal vía que desde Madrid conducía a El Escorial atravesaba el centro del pueblo, lo que convertía a la calle Real en paso obligado de los viajeros que transitaban por esta ruta. Sería en el último tercio de ese siglo, durante el reinado de Carlos III, cuando se procedió a la construcción de una nueva carretera que, partiendo de Las Rozas y bordeando el pueblo por su parte sur, se dirigía a El Escorial por el puerto de Galapagar, la cual sería el origen de la actual ctra. de El Escorial.
La calle Real dejaba así de formar parte de una de las más importantes vías de comunicación que conducían a la capital, pero mantenía su condición de principal centro neurálgico del pueblo. En ella se situó siempre la plaza Mayor, así como la antigua Casa del Concejo, posterior Ayuntamiento, que, a pesar de las múltiples transformaciones, han mantenido una ubicación muy parecida a lo largo del tiempo.
Por esta calle han transitado viajeros de diferentes épocas; ha sido espacio de mercados, ferias, fiestas, encierros taurinos, desfiles y procesiones; ha presenciado combates y destrucciones en más de una guerra; zona de ocio y zona comercial; pero, sobre todo, ha sido uno de los marcos principales en los que se ha desarrollado el día a día de los habitantes de Las Rozas, desde sus orígenes remotos, allá por la segunda mitad del siglo XIII, hasta nuestros días.
Actualmente, la calle Real, convertida en vía peatonal en buena parte de su trazado, sigue siendo la calle más amplia e importante del casco histórico de Las Rozas. Un emblemático espacio de tránsito y sociabilidad para vecinos y visitantes.
La fotografía que encabeza esta entrada muestra una Calle Real que ya muy poca gente ha conocido. Está fechada en 1939, recién terminada la Guerra Civil, antes de que las actuaciones de reconstrucción desarrolladas por el organismo Regiones Devastadas transformaran el aspecto que había mantenido durante siglos. Aunque se han retirado los escombros causados por los bombardeos, muchos edificios muestran los estragos de la guerra, especialmente los que se encuentran a la izquierda de la imagen, la mayoría de los cuales terminarían siendo demolidos. Al fondo destaca el ayuntamiento, un edificio de buena construcción pero que estéticamente no se diferenciaba demasiado de otras casas del pueblo. Constaba de dos plantas, muros encalados y cubierta de tejas a dos aguas. En ese mismo lugar se situaba la Plaza Mayor, en realidad, un ligero ensanchamiento de la calle Real presidido por la citada Casa Consistorial. En su proyecto de reconstrucción, Regiones Devastadas decidió demoler el antiguo ayuntamiento y alguna otra edificación aledaña para construir una plaza de nueva planta, orientada ya no hacia la calle Real, como lo había hecho siempre, sino hacia la actual Avda. de la Constitución, y cuyo resultado final sería la Plaza Mayor que conocemos hoy en día. En la fotografía también se puede intuir el desaparecido arroyo que durante siglos atravesó longitudinalmente la C/Real, eliminado a principios de los años 30, cuyo cauce, ya soterrado, discurriría entre las dos hiladas paralelas de árboles situadas en el centro de la imagen.
Javier M. Calvo Martínez
(Procedencia de la fotografía histórica: Archivo personal de J. M. Calvo)