Situarse en Las Rozas de Madrid del año 1917 requiere de cierto esfuerzo imaginativo. La evolución natural del pueblo, las destrucciones causadas por la guerra, la reconstrucción llevada a cabo por el organismo Regiones Devastadas y, sobre todo, el enorme desarrollo urbanístico de las últimas décadas, hacen difícil interpretar y localizar correctamente la ubicación de algunas fotografías antiguas.
Esta que nos ocupa se realizó durante unas fiestas patronales de San Miguel en las primeras décadas del siglo XX, y nos sitúa en una Calle Real de tierra, con algunos árboles ornamentales de poco talle, por cuyo centro discurría todavía el cauce de un pequeño arroyo estacional que evacuaba las aguas y escorrentías producidas por la lluvia, y que recibía el nombre de La Gavia.
El fotógrafo está situado en la margen izquierda de dicho arroyo. Al otro lado, un pastor a caballo y con garrocha, ayudado por cabestros, conduce la manada que será lidiada por la tarde, en la improvisada plaza que se montaba con tablones y carros en la plaza del ayuntamiento, muy diferente a la actual.
El recorrido del encierro era siempre el mismo. Los toros se concentraban en la zona del Abajón, cerca de donde actualmente se encuentra el centro comercial Burgocentro-2. En este lugar, los animales, al cuidado de mayorales y pastores, descansaban y pastaban hasta el inicio del encierro. La compra de las reses se había realizado con la contribución económica que se pedía a los vecinos. Las ganaderías variaban según los años: toros de Barajas, de Colmenar Viejo, de Cercedilla, de los hierros de Villagraneja, de Gumersindo Llorente, de Sebastián Rollán, de Guerrilla o de Gómez González, entre otros.
El inicio del encierro se avisaba a los vecinos haciendo sonar cencerros por las calles del pueblo. La manada bajaba por la actual calle de las Cruces, en aquella época una cuesta de tierra sin apenas edificaciones. Una vez en la calle Real, giraba a la izquierda para dirigirse a los toriles, situados en la plaza del Ayuntamiento. En el recorrido no se colocaban barreras en las calles, por lo que no era del todo raro que algún toro se saliese de la manada, creando momentos de peligro, hasta que los pastores a caballo y los mozos del pueblo, lograban conducir al toro a los corrales.
Las corridas, amenizadas por orquesta, eran siempre por la tarde, lidiando normalmente novilleros y maletillas de poco nombre, como Teodoro del Bosque, Serenín, el Manchao, el Cambriles, el Vallecano, el Boni, el Maño, Patolas, o Chavito, entre otros nombres que hemos podido localizar en festejos celebrados entre 1900 y 1935. Esforzados diestros que, muchas veces, se jugaban el tipo teniendo que lidiar a morlacos resabiaos con todas las complicaciones del mundo. Finalizada la lidia, se soltaba alguna vaquilla para que se lucieran y divirtieran los mozos.
El evento era gratuito, acudiendo los vecinos en masa a las corridas, a las que también asistían numerosos forasteros provenientes de las localidades cercanas y de la propia capital, ya que se establecían servicios de trenes desde Madrid con horarios y tarifas especiales para facilitar que la gente pudiera acudir a las fiestas del pueblo.
La fotografía está realizada en la parte baja de la calle Real. El edificio de la izquierda (en el que una persona vestida con blusón blanco se encarama al rejado de la ventana) era la escuela de Las Rozas. A continuación, una vivienda particular y, en la parte derecha de la imagen, una especie de callejuela que se corresponde con la actual calle Romeral.
Javier M. Calvo Martínez
(Procedencia de la fotografía histórica: Pablo Gómez Bravo y Estudio Fotográfico López)
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