Las lagartijas son los reptiles
más fáciles de observar en los días soleados, tanto en el campo como en los
entornos urbanos. Existen muchas especies diferentes, siendo España el país de
Europa con mayor diversidad de estos pequeños reptiles.
La base esencial de su alimentación son los insectos, que acechan y cazan en gran número. A su vez, las lagartijas forman parte de la alimentación de otros muchos animales, especialmente de aves como los alcaudones, las urracas, las cigüeñas o las pequeñas rapaces; de mamíferos como los zorros o los jabalíes, y de otros reptiles como las culebras. En caso de peligro extremo, se desprende de su cola, que sigue moviéndose, aprovechando la confusión que esto genera en su agresor para poder escapar. Pasado un tiempo, el apéndice perdido se regenerará.
Pero su peor enemigo, sin ninguna
duda, lo constituyen los numerosos insecticidas y herbicidas con los que
rociamos los jardines y espacios verdes que forman su hábitat y que,
lamentablemente, generan una gran mortandad entre estos pequeños reptiles por
envenenamiento. En los pueblos y ciudades, los gatos domésticos se han
convertido también en una seria amenaza.
Las dos especies más comunes que podemos encontrar en la zona noroeste de Madrid son la lagartija ibérica y la lagartija colilarga.
LAGARTIJA IBÉRICA
Aunque el cuerpo y la cabeza de la lagartija colilarga miden unos 8 cm, con la cola puede llegar a alcanzar casi los 30 cm, ocupando la cola tres cuartas partes de la longitud total, de ahí su nombre.
Prefiere los suelos de arena y tierra, por lo que es muy común encontrarla en los bordes de los caminos de encinares y pinares, escondiéndose ruidosamente a nuestro paso entre la hojarasca, las ramas secas y los arbustos en donde busca refugio, permaneciendo quieta para camuflarse en el entorno. Cazadores diurnos, atrapan pequeños insectos y arácnidos a la carrera.
Durante los meses fríos, invernan en el interior de agujeros y grietas entre las rocas.
Suele presentar colores pardos con una o dos bandas laterales más oscuras. Al inicio de la primavera, momento en el que comienza el periodo de celo, los machos presentan unas tonalidades más vivas y llamativas, destacando el color anaranjado que aparece en su cuello y cabeza, y los ocelos azules sobre las patas delanteras. Las hembras ponen entre 8 y 11 huevos, de forma esférica y de tamaño relativamente pequeño, naciendo las crías en julio o agosto, alimentándose estas de pequeños insectos y larvas.
ASOCIACIÓN HISTÓRICO-CULTURAL CIERZO
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