Las lluvias del otoño y el
invierno hacen que en primavera afloren diversas charcas en distintos puntos de
Las Rozas, algunas de ellas de gran interés e importancia natural por la
diversidad biológica que llegan a albergar (flora acuática, anfibios,
mamíferos, aves, insectos…).
Su equilibrio es extremadamente
delicado, por ello es muy importante respetar estos pequeños ecosistemas a lo
largo de todo el año, evitando los vertidos de residuos y basuras y protegiendo
de la contaminación los entornos en los que se encuentran las cuencas
vertientes y los cauces de arroyos que las alimentan.
Geológicamente, los suelos de Las
Rozas no son los más apropiados para generar humedales o aguas remansadas, sin
embargo, diversas actuaciones humanas desarrolladas a lo largo del tiempo han
transformado el entorno en algunos puntos, provocando las condiciones adecuadas
para que aparezcan pequeñas charcas y lavajos de diferente tamaño y
temporalidad. Algunos, con el tiempo, se han asentado e integrado en los ciclos
naturales del año, convirtiéndose en zonas de gran interés para los ecosistemas
del municipio.
Aunque no todos los años hacen aparición
con la misma intensidad, pues dependen mucho de las condiciones meteorológicas,
son varios los lugares del municipio en los que podemos encontrar este tipo de
pequeñas charcas que surgen en los meses húmedos y cuya presencia se mantiene hasta que los calores estivales terminan por secarlas del todo, poniendo punto
final a un ciclo que, si nada lo interrumpe, volverá a iniciarse al año
siguiente.
CHARCAS DE LAS CEUDAS
A finales de los años 70 del siglo pasado, comenzaron a realizarse unas grandes excavaciones para la extracción de áridos en la zona comprendida entre el arroyo de Las Ceudas y el arroyo del Chivitín, que generaron unas grandes cubetas en el terreno.
El abandono de esta explotación en los años 80 supuso su progresiva naturalización, formándose tres charcas de diferente tamaño y profundidad, teniendo las dos más grandes una superficie de entre 1.000 m2 y 1.200 m2, y la más pequeña de unos 200 m2.
Estas charcas se encuentran en el fondo del enorme socavón que originó en el terreno la excavación, con taludes de más de 10 m de altura. Esta circunstancia, sumado al hecho de situarse entre el cauce de dos arroyos, parece provocar que el principal aporte de agua en estas charcas se produzca por el flujo subterráneo, al margen del mucho o poco aporte superficial que puedan generar las lluvias. En sus orillas crece vegetación de ribera y diversos matorrales, siendo frecuente en sus aguas la aparición de plantas acuáticas con raíz en los fondos, pero con hojas flotantes y flores emergentes.
Se encuentra dentro del Parque Regional de la Cuenca Alta del Manzanares
LAGUNA DEL GARZO
Se trata de una balsa de origen
artificial, construida en los años 60, seguramente
con fines recreativos, que ocupa una superficie de unos 2.600 m2. Se
sitúa en el cauce del arroyo del Bosquillón, de cuya cuenca vertiente recibe
sus aguas y escorrentías superficiales, además de otros vertidos y aportes artificiales.
La vegetación que existe en las
orillas de la laguna y el arroyo, a base de especies como los fresnos, chopos,
sauces, juncales, rosales y zarzales, junto a las plantas acuáticas y anfibias,
todo ello enmarcado en un amplio entorno de encinas y retamas, crean un bonito paraje
y generan una rica diversidad biológica, con abundancia de insectos, aves,
mamíferos, anfibios o reptiles, fáciles de ver si uno permanece observante
y sin hacer ruido.
Forma parte del Parque Regional
de la Cuenca Alta del Manzanares
LAGUNA DE LA VIRGEN DEL RETAMAR
Su origen se encuentra en el abandono de una explotación de áridos que funcionó en la zona hasta los años 70. Se encuentra junto al tramo final del barranco de La Retorna y muy próxima al río Guadarrama, en una terraza situada a unos 10 m sobre su cauce, recibiendo el principal aporte de aguas del subsuelo. Su superficie es de unos 1.100 m2.
En las orillas se forman
concentraciones de plantas de ribera como juncos y eneas, con algunos sauces y
diversos matorrales; en sus aguas prolifera la vegetación acuática y anfibia propias
de las balsas estacionales.
Se sitúa dentro del Parque
regional del Curso Medio del Río Guadarrama y su Entorno.
LAGUNA DEL TÍO SOGA
Esta laguna se construyó con
fines recreativos a mediados de los años 70, represando las aguas del arroyo
del Tío Soga, muy cerca de la tapia del Monte de El Pardo. Se encuentra
en el interior de una finca privada, por lo que no es posible acceder a ella.
Tiene una superficie de unos
1.000 m2. Su aporte lo recibe principalmente de la cuenca del arroyo
que le da nombre, tanto por aguas fluviales como por otros vertidos de origen humano,
principalmente las empresas e industrias situadas en la cabecera del arroyo,
habiéndose producido diversos episodios graves de contaminación a lo largo del
tiempo.
Situada en zona de encinares, sus
orillas están cubiertas por la típica vegetación de ribera.
Está dentro del Parque Regional
de la Cuenca Alta del Manzanares.
CHARCAS DE LA CERVERA
Los años en que las lluvias son
abundantes pueden formarse hasta cinco láminas de agua de diferente tamaño, permaneciendo
algunas hasta el inicio del verano. Se encuentran en una zona de pastizales y
campos de cultivo, siendo sus aguas y orillas colonizadas por múltiples plantas
acuáticas y emergentes, jugando un papel fundamental para las comunidades de
anfibios que habitan la zona.
Estas charcas corren un serio
riesgo de desaparecer con motivo de los grandes desarrollos urbanísticos proyectados para los próximos años en el municipio (nuevo Plan de Ordenación Urbana de Las Rozas aprobado por el Ayuntamiento en 2024).
CANAL DEL GUADARRAMA
Este fracasado proyecto del siglo
XVIII, con el que se pretendía comunicar Madrid con el océano Atlántico a
través de un canal navegable, y del que la presa de El Gasco era la primera
pieza, ha generado, tras siglos de naturalización, la aparición de importantes
charcas estacionales en algunos tramos del abandonado canal.
Las más importantes e interesantes
se encuentran en la zona de La Isabela, muy cerca de la presa de El Gasco,
donde se sitúa la cabecera del canal, cuya caja, excavada hace
más de doscientos años, retiene anualmente las aguas que en ella vierten los
arroyos y escorrentías de la zona, a lo que se suma también
al aporte procedente del subsuelo, a través de las diferentes fracturas que existen en el terreno.
Todo ello genera un valor añadido
a los muchos encantos históricos y naturales con los que ya cuenta esta zona que
divide los términos municipales de Las Rozas y Torrelodones, dentro del Parque
Regional del Curso Medio del Río Guadarrama y su Entorno.
OTROS HUMEDALES DE MENOR ENTIDAD
Junto a las lagunas y charcas
mencionadas, que son las más importantes ubicadas en Las Rozas de Madrid, es
frecuente que surjan otros pequeños humedales en forma de charcones y lavajos que,
aun resultando menos llamativos, cumplen también una función muy importante en
los procesos ambientales.
Algunos se pueden considerar elementos integrados ya en el paisaje natural, reapareciendo año tras año cuando las condiciones meteorológicas lo permiten. Este es el caso del Abrevadero del Arbujal, de las Charcas de La Encinilla o de la pequeña Charca del Bosquillón, todos ellos en el Parque Regional de la Cuenca Alta del Manzanares.
Otros aparecen ocasionalmente,
normalmente como consecuencia de movimientos de tierras provocados por obras y
otras actividades humanas, y duran lo que tardan estas en ser finalizadas. Pero a veces, al alargarse los trabajos en el tiempo, o quedar estos inconclusos, mantienen su presencia a lo largo de los años, incidiendo en los ciclos vitales
de las diferentes especies animales y vegetales.
No hay comentarios:
Publicar un comentario