jueves, 9 de enero de 2025

UNA MIRADA AL PASADO (XIV): De lo cotidiano

Haciendo uso de la fuente pública que existía en la Calle Iglesia de San Miguel (P. Gómez Bravo)

El día a día por el que nos movemos está repleto de acciones, lugares, personas o sonidos que, por frecuentes y esperables, apenas llaman nuestra atención.

En general, reparamos en muy pocas de estas cosas habituales y cotidianas que parecen formar parte de un paisaje estático e inmutable.

Sin embargo, un día sucede que un antiguo edificio es demolido, un comercio de toda la vida desaparece, el descampado donde jugabas de niño es ahora un aparcamiento, en el bar donde solías tomar el aperitivo se jubilan y echan el cierre, el pequeño encinar que resistía el paso del tiempo se convierte en una urbanización o aquel muro por el que correteaban las lagartijas los días soleados ya no existe.

Muchas veces son cambios sutiles, pequeñas variaciones que se suceden cadenciosamente, sin que apenas nos demos cuenta. Otras, son drásticas transformaciones que sorprenden por su rapidez y envergadura, impresionando de tal manera que llegan a conmover.

Y así, llega un día en el que esa cotidianidad ya solo existe en la memoria de quienes la conocieron, y los escenarios y lugares en los que esta se desarrollaba han experimentado tales transformaciones, que el pasado vivido en ellos apenas es ya una sombra de la que es difícil encontrar huellas.


Labrador en Ronda de la Plazuela esquina Calle de la Fuente (P. Gómez Bravo)

En los años 50 del siglo pasado, un vecino de Las Rozas llamado Pablo Gómez Bravo tuvo la sensibilidad de prestar atención a lo que, por habitual y frecuente, no parecía merecerla. Quizás fue consciente de que estaba siendo testigo de un mundo abocado a desaparecer en muy poco tiempo, por lo que decidió coger una cámara y recorrer las calles del pueblo fotografiando las cosas cotidianas: la conversación tranquila de unas mujeres sentadas a la puerta de su casa, unos niños jugando en mitad de la calle, un pastor conduciendo su rebaño de ovejas, labriegos con sus mulas y borricos yendo o volviendo del campo, el acarreo de cántaros de agua para la casa o la peculiar cigüeña María que, pasados los años, se acabaría convirtiendo en símbolo de Las Rozas.


Transitando con un borriquillo por la Calle de la Fuente (P. Gómez Bravo)

Gracias a estas instantáneas, que Pablo Gómez Bravo primero, y su familia después, han compartido altruista y generosamente en múltiples ocasiones, podemos conocer (o recordar aquellos que lo vivieron) un pueblo y unas formas de vida que ya no existen, pero que existieron, sorprendiéndonos al igual que en ocasiones nos sorprendemos a nosotros mismos al ser conscientes de lo mucho que han cambiado algunos de los lugares que forman parte de nuestra vida, o de la misma manera que la cotidianidad presente, pasado el tiempo, sorprenderá a quienes encuentren huellas, referencias o recuerdos de la misma.


Javier M. Calvo Martínez

(Procedencia de las fotografías históricas: Pablo Gómez Bravo)