viernes, 16 de mayo de 2025

UNA MIRADA AL PASADO (XXI): De la desidia, el abandono y el olvido. El primer grupo escolar que tuvo Majadahonda


 

No puede decirse que Majadahonda sea un municipio sobrado de patrimonio histórico, artístico, arquitectónico o cultural. Por el contrario, al igual que sucede con otras poblaciones del noroeste madrileño, como Las Rozas, Pozuelo o Aravaca, el espectacular crecimiento urbanístico experimentado en las últimas décadas no solo se ha realizado de espaldas a su pasado, sino que, en buena medida, se ha producido laminando los pocos elementos que podían servir para mantener entre los vecinos ciertos vínculos de identificación con la historia y la memoria de sus respectivos pueblos y territorios.

Esta dinámica urbanística de hacer tabla rasa, de borrón y cuenta nueva, de demoler y destruir todo lo anterior para levantar cosas nuevas ha supuesto una fractura, una desconexión con la historia y la tradición de esos lugares, desapareciendo muchos de sus edificios y espacios más emblemáticos y eliminando algunas de las señas de identidad que, durante mucho tiempo, fueron importantes para las poblaciones locales.  

De esta manera, los lugares han ido perdiendo buena parte de su esencia y personalidad, por modesta que esta pudiera ser, convirtiéndose la destrucción y alteración de los entornos urbanos y naturales en una forma de desmemoria, ya que esos paisajes perdidos, en gran medida, guardaban las huellas del pasado, el recuerdo de otro tiempo, las vivencias y experiencias de quienes los conocieron.

Por todo ello, no deja de resultar llamativo que a día de hoy, uno de los escasísimos edificios de cierta relevancia para la historia local y sentimental de Majadahonda que, a pesar de las múltiples transformaciones y alteraciones experimentadas a lo largo del tiempo, ha llegado hasta nuestros días, se encuentre desde hace muchos años en un preocupante estado de abandono y deterioro.

Se trata de un edificio construido a finales de los años 20 del siglo pasado, durante la dictadura de Primo de Rivera, en el que se situó el primer grupo escolar con el que contó Majadahonda, ya que, con anterioridad a esa fecha, se habían aprovechado diferentes espacios para impartir clases, pero sin que ninguno de ellos pudiera considerarse una escuela propiamente dicho y cuyas condiciones dejaban mucho que desear, tal y como recogía una crónica de 1926 en la que se señalaba “la urgente necesidad de transformar los insanos y lóbregos locales Escuelas en otros alegres, capaces e higiénicos para la alegría y salud” de los niños majariegos.

El lugar elegido para construir la nueva escuela fue una pequeña parcela situada junto a la intersección de las actuales calles Doctor Calero e Iglesia, que en aquel entonces quedaba a las afueras del pueblo, en la margen derecha de la carretera que, desde la de La Coruña, a la altura de su km. 15 (Parador de La Sacedilla), conducía a Villanueva del Pardillo pasando por Majadahonda.

La primera piedra se colocó el domingo 6 de noviembre de 1927, en un solemne y concurrido acto al que asistieron, entre otras personalidades, el gobernador civil de Madrid, D. Carlos Martín Álvarez; el presidente de la Diputación, Sr. Salcedo Bermejillo, y el delegado gubernativo, capitán de Artillería Sr. Lorente, además del alcalde de Majadahonda D. Francisco Gómez Álvarez. Este último leyó unas cuartillas agradeciendo a las autoridades e invitados su presencia y expresando el afán que todos los del pueblo sentían por mejorarlo para bien de ellos mismos y del país en su conjunto. A continuación, el gobernador contestó con un discurso sencillo pero elocuente, tratando de hacer comprender a los asistentes el respeto y cariño que debía tenerse por tres edificios esenciales para cualquier pueblo: la iglesia, la escuela y el ayuntamiento.

Bajo aquella primera piedra se colocó una pequeña caja metálica en la que se introdujeron algunas monedas de diverso valor, varios recortes de periódicos madrileños y el acta leída por el secretario del Ayuntamiento y firmada por las autoridades. Después de que el gobernador, con ayuda de los operarios, colocase la piedra y echase una paletada de cemento, el párroco de Majadahonda, D. Gabriel Sanz, la bendijo y pronunció una oración. El acto se completó con los alumnos de la futura escuela entonando un bonito himno en presencia de todo el vecindario y con una banda de música que amenizó la jornada con diversas piezas. Finalmente, el Ayuntamiento obsequió a los invitados con un banquete en el que reinó la alegría y el buen humor.

El proyecto de la nueva escuela fue encargado al arquitecto Sr. Flórez, que diseñó un edificio sencillo y funcional, de ladrillo visto, compuesto por una amplia nave de planta rectangular y una sola altura, dividida por un tabique en dos espacios simétricos destinados a las aulas, una para niños y otra para niñas. En cada uno de los extremos de este cuerpo central se situaban dos pequeños pabellones, también de planta rectangular, en los que creemos se encontraban los despachos de los profesores y otras estancias auxiliares. Las instalaciones se completaban con un patio de tierra, cercado con una valla también de ladrillo, en el que se plantaron diversos árboles del tipo moreras y acacias para proporcionar ornamento a la escuela y algo de sombra en las jornadas de sol intenso.

Por fin, el domingo 20 de mayo de 1928 pudo inaugurarse la nueva escuela. Para la ocasión volvieron a acudir a Majadahonda el gobernador de la provincia y el delegado gubernativo que unos meses antes habían asistido ya a la colocación de la primera piedra. A estos se sumaron el inspector jefe de primera enseñanza, Sr. Carrasco y el secretario del gobernador civil, Sr. Espinos, entre otras personalidades. El acto se inició con la bendición solemne del edifico, seguida de una serie de himnos cantados por los niños del pueblo acompañados por la banda de música y una pequeña demostración gimnástica realizada por los alumnos de la escuela. A continuación dieron comienzo los discursos, comenzando el maestro de Majadahonda, Sr. del Bosque, que leyó unas cuartillas ensalzando la aplicación y laboriosidad constante en los estudios. También pronunciaron unas palabras el gobernador civil, que además de su mensaje oficial tuvo unas cariñosas palabras para los niños del pueblo; el inspector de enseñanza y, en representación de la Asociación de Maestros del partido judicial, D. Rafael Martínez, maestro de Torrelodones. Cerró el acto el alcalde de Majadahonda, que agradeció la presencia de las autoridades y el apoyo recibido para la construcción de la nueva escuela. Finalmente, los concurrentes fueron invitados a un lunch en el ayuntamiento.

A partir de ese momento, Majadahonda pudo disfrutar de una escuela que la prensa de la época describió como “nueva, llena de aire, luz y alegría”, con capacidad para satisfacer las necesidades educativas del alrededor de cien niños y niñas que en aquellos tiempos vivían en el pueblo. En las nuevas dependencias, los primeros docentes con los que contó el centro, el mencionado Sr. del Bosque para los niños y la maestra Doña Adela para las niñas, en régimen unitario, es decir, con alumnos y alumnas de diferentes edades y grados en el mismo aula, comenzaron a impartir las primeras enseñanzas a los pequeños majariegos.

A pesar de sufrir importantes daños durante la Guerra Civil, el organismo Regiones Devastadas, encargado de la reconstrucción del pueblo, decidió restaurar el edifico para que siguiera cumpliendo su función educativa junto a una escuela de nueva construcción que se levantó en lo que hoy es la Plza. de la Constitución, la cual, ¿cómo no?, fue demolida en 2009. Por su parte, el que había sido primer grupo escolar continuó activo hasta los años 80, recibiendo en su última etapa el nombre de la pedagoga italiana Rosa Agazzi. Ya en los años 90, el antiguo edificio sufrió una transformación total, añadiéndole una nueva planta y eliminando prácticamente todos los elementos originales a excepción de las fachadas, siguiendo los postulados de la tan cuestionada y criticada tendencia arquitectónica para la rehabilitación de edificios históricos denominada fachadismo. Pasó entonces a ser la sede de la policía local, función que mantuvo hasta que en 2013 se inauguraron las nuevas instalaciones policiales situadas en la crta. de Villanueva del Pardillo. Desde entonces, el edificio permanece cerrado. Y ello a pesar de diferentes proyectos y propuestas para dotar a las antiguas escuelas de algún uso (dependencias de la Guardia Civil, coworking…), sin que hasta la fecha ninguno de ellos haya prosperado, y de existir desde 2016 una plataforma vecinal que reivindica este espacio para usos culturales, sociales y/o educativos.

Mientras tanto, este emblemático edificio, que a pesar de su modestia histórica y arquitectónica ha tenido una enorme importancia sentimental para varias generaciones de majariegos, pues en él vivieron parte de su infancia y recibieron sus primeras enseñanzas escolares, sufre los efectos de una aparente desidia y olvido por parte de quienes, entre otras funciones, deberían velar por la memoria, la tradición y el patrimonio histórico y cultural que conforman la identidad del municipio, aunque en realidad creemos que en estas cuestiones, al igual que en todo lo concerniente a la protección de los entornos naturales y urbanos de cierto interés, debería implicarse el conjunto de la sociedad, interesándose en su conocimiento y disfrute y oponiéndose a las múltiples agresiones de las que son objeto de manera reiterada dichos espacios.

La fotografía que encabeza esta entrada muestra el aspecto que ofrecía la escuela en los años 40, tras los trabajos de restauración y rehabilitación desarrollados por el organismo Regiones Devastadas al concluir la guerra.

 

Javier M. Calvo Martínez

(Procedencia de la fotografía histórica Archivo General de la Administración)


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