jueves, 28 de noviembre de 2024

DE FRESNOS Y FRESNEDAS

 

Los fresnos son árboles caducifolios que pueden superar los 20 m de altura; con troncos largos y rectos y una corteza inicialmente gris y lisa, pero que con los años se vuelve rugosa y agrietada. Sus hojas son compuestas y forman un haz de entre 7 y 13 hojuelas o folíolos ovalados con nervio central y borde aserrado, de color verde oscuro, con el envés más pálido. Las flores no tienen pétalos y aparecen antes que las hojas en pequeños racimos colgantes, entre principios y mediados de la primavera. El fruto es una sámara de color marrón claro y ala prolongada para facilitar su dispersión por el viento, permaneciendo todo el invierno en el árbol. Su madera es clara, resistente y muy elástica.


Árboles autóctonos en la zona noroeste de Madrid, necesitan luz y suelos húmedos y frescos, por lo que nacen de manera espontánea en los márgenes de ríos y arroyos. Sin embargo, se trata de una especie que tradicionalmente ha estado muy condicionada por la actividad humana, ya que, durante siglos, sus ramas han sido aprovechadas como alimento para el ganado. Para ello, se procedía a la poda completa del árbol, dejando que los años siguientes brotaran ramas largas y finas que se iban cortando y dejando secar para emplearlas como forraje cuando los pastos escaseaban. Pasados seis u ocho años, se repetía la poda, dejando de nuevo el tronco del fresno totalmente limpio de ramas.


Este tipo de poda, repetida a lo largo de los años, provoca que los fresnos, que en condiciones naturales son de los árboles de mayor crecimiento de nuestro entorno, ensanchen progresivamente su base, adquiriendo unas formas muy peculiares debido a las deformaciones que se generan en los troncos y ramas. Reciben entonces el nombre de fresnos desmochados o trasmochos, siendo habitual encontrarlos en viejas fresnedas adehesadas, tradicionalmente empleadas como zonas de pastizal, además de para el ramoneo mencionado.


En Las Rozas de Madrid todavía podemos encontrar restos de estas viejas fresnedas, transformadas ya en pequeños rodales asilvestrados junto al río Guadarrama y los cauces de algunos arroyos, en las que se agrupan ejemplares de diversa antigüedad y estado de salud. Uno de estos parajes se sitúa en las cercanías de Santa María del Retamar, junto a las aguas del río Guadarrama, con algunos fresnos centenarios, de la especie Fraxinus angustifolia, cuyos troncos superan los 130 cm de diámetro, generando con su imponente presencia un paraje muy atractivo y sugerente.

Javier M. Calvo Martínez

(Fotografías: fresneda en Santa María del Retamar, junto al río Guadarrama, en Las Rozas de Madrid)


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