lunes, 25 de noviembre de 2024

UNA MIRADA AL PASADO (V): Santa María del Retamar

En el municipio de Las Rozas, el núcleo de población más antiguo del que se tiene constancia historiográfica no es el que hoy en día ocupa el centro urbano, organizado en torno a la iglesia de San Miguel, sino otro desaparecido hace siglos, que se situaba a unos siete kilómetros de distancia del actual pueblo, en un paraje próximo al río Guadarrama que recibe el nombre de Santa María del Retamar.

Aunque existen dudas sobre su origen, este lugar aparece mencionado ya en documentos del siglo XIII, lo que, como mínimo, lo situaría en el proceso de repoblación desarrollado tras la conquista de las tierras madrileñas por parte del reino Castellano-Leones. En realidad, Santa María del Retamar, que desde muy pronto quedó integrada en el Real de Manzanares, no pasaría de ser una pequeña aldea, y todo parece indicar que, para el siglo XV, el asentamiento había sido ya abandonado, conservándose sólo su ermita.

Según la tradición, la imagen que se veneraba en esta ermita había aparecido entre unas retamas cerca de ese lugar, de ahí su nombre de Santa María del Retamar, que popularmente acabaría por ser conocida como la Virgen de la Retamosa.

Parece que ya desde el siglo XV, para mantener la ermita y continuar con la veneración de esta imagen, se creó una cofradía en la que, curiosamente, no solo participaban vecinos de Las Rozas, sino también de Majadahonda y de Pozuelo. Entre los compromisos que asumió dicha cofradía estuvo el de organizar anualmente una romería en honor a la Virgen, evento en el que se implicaban y participaban vecinos de los tres pueblos. Sin embargo, el entendimiento entre los cofrades no siempre fue bueno, siendo frecuentes las disputas y pleitos entre los tres municipios respecto a los derechos de cada uno y la forma en que debían hacerse las cosas, tal y como demuestran documentos de los siglos XVI, XVII y XVIII, que recogen diferentes denuncias y contenciosos presentados ante el Arzobispado de Toledo por cofrades y mayordomos por conflictos internos relacionados con Santa María del Retamar.

Fuera como fuese, el caso es que parece que, para finales del siglo XVIII, ya solo los roceños seguían manteniendo la cofradía y continuaban con la tradición de organizar una romería,, terminando por convertir a la Virgen del Retamar, cuya ermita se encontraba en su jurisdicción, en la patrona del pueblo.

Con altibajos, esta tradición se mantuvo hasta la segunda mitad del siglo XIX, momento en que el avanzado estado de ruina que ofrecía la ermita motivó el traslado de la imagen a la iglesia del pueblo. Se perdió así la ermita y la romería, pero no la festividad de la Virgen de la Retamosa, que siguió celebrándose los primeros días de mayo con misa, procesión, baile y pólvora.

Una de estas procesiones es la que aparece en la fotografía que encabeza el texto, fechada a principios de los años 20 del siglo pasado. En ella, la comitiva ha parado un momento para que el fotógrafo pueda realizar la instantánea. Los asistentes, vestidos con sus mejores galas, miran a cámara, incluso el portaestandarte asoma la cabeza para no dejar de salir retratado. Es un día de primavera en el que el sol aprieta, motivo por el que abundan las sombrillas. El paso de la Virgen es llevado solo por mujeres, mayoritarias en la procesión, todas ellas con velo negro en la cabeza. Al fondo, una banda interpreta alguna marcha, mientras unos muchachos lanzan cohetes desde el cerrillo que hay a la derecha de la imagen, que es en el que se sitúa la iglesia de San Miguel, fuera de encuadre, pero cuyas campanas podemos imaginar voltear al paso de la procesión.

La imagen de la Virgen que aparece en esta fotografía resulta muy diferente en tamaño y estética a la que se venera en la actualidad, la cual fue adquirida en los años 40 para sustituir a la anterior, que se había perdido durante la guerra. Sin embargo, tampoco parece que la de la fotografía se corresponda con la que debió ser la Virgen del Retamar original, una talla que muy probablemente databa del siglo XII, la cual debió de perderse también en algún momento de la historia, posiblemente, durante la ocupación napoleónica, tal y como sugieren algunas referencias. Pero, más allá de la imagen, lo que queda es la constatación de como la veneración de esta Virgen por parte de los roceños se ha mantenido a lo largo de los siglos.

La fotografía está realizada en un punto que se corresponde con la actual Avda. de la Iglesia, poco antes de llegar a su cruce con la C/Laguna. El mismo recorrido que, año tras año, sigue realizando la procesión el día de la Retamosa.

 

Javier M. Calvo Martínez

(Procedencia de la fotografía histórica: Pablo Gómez Bravo y Estudio Fotográfico López)

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