Hoy en día, apenas se conserva nada del pequeño pueblo rural que fue Las Rozas durante siglos.
Muy especialmente desde los años 70, su casco urbano ha experimentado una profunda transformación, en la que prácticamente todos los edificios y construcciones de cierta antigüedad, y que aportaban a Las Rozas identidad y personalidad, han sido destruidos y reemplazados por monótonos bloques de viviendas y otras construcciones modernas.
Muchos de los edificios más emblemáticos comenzaron a desaparecer en tiempos relativamente cercanos, como fueron los años 90, por lo que la mayoría de ellos permanecen aún en el recuerdo y la memoria de muchos roceños. La lista es larga: las escuelas existentes junto a los jardines de la iglesia, destruidas al construirse el actual aparcamiento; el colegio Virgen del Retamar (antigua granja-escuela San Isidro), cuyo lugar ocupa hoy el CEIP Siglo XXI; la práctica totalidad de las casas del barrio de Regiones y de La Suiza; la Casa-Cuartel de la Guardia Civil; el edificio del Baile o la mayoría de las antiguas viviendas que existían en la C/Real, la Plza. de Madrid, la Avda. de la Constitución o la Avda. de La Coruña.
Muchas de estas construcciones habían sido levantadas tras la guerra por el organismo Regiones Devastadas, encargado de la reconstrucción de los pueblos que habían sufrido grandes destrucciones durante la contienda, como fue el caso de Las Rozas.
Otras eran aún más antiguas, supervivientes de los desastres de la guerra y testigos del devenir histórico del pueblo. Este es el caso de la fotografía que ofrecemos, en la que aparece un conjunto de casas que configuraban casi una manzana entera en la calle Real. Viejas construcciones propias de la Castilla rural, levantadas con las tradicionales técnicas del adobe y el tapial, de gruesos muros encalados, con cubiertas de teja curva sobre enripiado de madera y grandes portones que, en su día, daban acceso a amplios patios en cuyo interior existían cuadras, graneros, pajares, corrales, almacenes y demás espacios necesarios para las actividades agropecuarias que caracterizaban el día a día de los roceños.
Este conjunto resistió hasta mediados de los años 80, cuando su avanzado estado de ruina y abandono provocaron su demolición. La fotografía está realizada en aquellos últimos momentos, y en la misma puede apreciarse también parte del paseo ajardinado que, a modo de pequeño bulevar, dividía en aquel tiempo la calle Real, antes de su peatonización.
Pero sin duda, lo que esta fotografía traerá al recuerdo de muchos roceños, muy especialmente a todos aquellos cuya infancia transcurriera en el pueblo entre los años 60 y 80 del siglo pasado, es la pastelería de Lorenzo, el querido “Paste”, que desde principios de los 60 y hasta 1985 (momento en que trasladó el negocio a un moderno local en el inicio de la Cuesta de San Francisco), abrió sus puertas en el reducido local que aparece en el centro de la imagen con el cierre metálico echado. Ese pequeño paraíso de los niños y niñas de Las Rozas, en el que podían surtirse de bollos, chucherías, pipas, kikos, helados o juguetes de baratillo, como sobres de soldaditos, cacharritos de plástico, yoyós, canicas o peonzas, y cuya historia y memoria tan bien recogió Alicia Bravo Benito en un artículo que escribió en 2022, y cuya lectura os recomendamos, pinchando en el siguiente enlace:
Una imagen en blanco y negro testimonio de un pueblo rural ya desaparecido, que a la vez hace revivir gratos recuerdos de infancia.
Javier M. Calvo Martínez
(Procedencia de la fotografía histórica: Estudio Fotográfico López)
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