Alcanza una longitud total de 50 a 90 milímetros, siendo las hembras un
poco más grandes que los machos. Presenta un cuerpo cubierto de verrugas y, aunque
su coloración es bastante variable, predomina el colorido verde claro o gris
oliváceo, con abundantes manchas parduzcas y, en los ejemplares mayores, motas
anaranjadas dispersas, siendo típico de esta especie una línea dorsal de un
tono más claro. Su zona ventral es blancuzca con manchas pardas.
Sus patas traseras son más pequeñas que en otras especies de sapos, lo
que hace que sus desplazamientos los realice con pequeñas carreras, característica que le da nombre.
Por el día permanece escondido bajo piedras, en cavidades o
enterrándose en el terreno, ya que tiene una gran capacidad para excavar. Al
crepúsculo, abandona su refugio en busca de alimento, básicamente insectos, gusanos y
arácnidos. A su vez, forma parte de la dieta de otros depredadores, como
culebras, córvidos, algunas rapaces, cigüeñas, garzas, erizos o zorros.
Se retira a invernar en los meses de octubre y noviembre, recuperando la
actividad a partir de marzo. Entre abril y septiembre se produce el periodo de
celo, momento en el que los machos sen reúnen en las charcas estacionales y
tratan de atraer a las hembras con su canto acompasado y monótono, que producen
ensanchando la piel de la mandíbula inferior.
La puesta se compone de 3.000 a 14.000 huevos de 1 a 1,5 mm de
diámetro, que la hembra deposita en charcos muchas veces pequeños y de poca
profundidad, lo que poco provoca que, si la meteorología no acompaña, estos
lleguen a secarse antes de que los renacuajos alcancen su desarrollo completo,
lo que supone una gran mortandad.
Cinco o seis días después de depositados los huevos nacen los renacuajos, que sufren la metamorfosis de uno a dos meses más tarde, abandonando el agua con un tamaño de 10 a 15 milímetros.
El sapo corredor, al igual que todos los anfibios, es una especie protegida.
ASOCIACIÓN HISTÓRICO-CULTURAL CIERZO
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