Al finalizar la guerra, la
mayoría de los edificios de Las Rozas estaban completamente destruidos o muy
dañados. No obstante, entre el montón de ruinas general destacaban algunas
construcciones que habían corrido mejor suerte, y sus desperfectos eran pocos o
de menor entidad.
Los informes realizados por el
organismo Regiones Devastadas, encargado de la reconstrucción del pueblo,
contabilizaban 35 edificaciones ligeramente afectadas y 13 que podían
considerarse en condiciones normales.
Aunque algunas de estas casas
serían demolidas, ya que su ubicación y características suponían un impedimento
para los proyectos de reconstrucción, otras se mantuvieron y fueron restauradas.
Algunas de ellas eran muy
antiguas, viviendas rurales de aires manchegos construidas en tapial y adobes
encalados. Otras eran más recientes, de tipo urbano, en las que se intercalaba
el ladrillo visto con la mampostería, y los balcones con los balaustres de
hierro forjado. Tampoco faltaban las villas y hotelitos, modelo de tipo
unifamiliar, generalmente con parcela, que desde principios del siglo XX había
ido proliferando en algunas zonas del pueblo como viviendas de recreo y
descanso.
Muchas de estas casas se
mantuvieron hasta hace relativamente poco tiempo, habiendo existido
interesantes ejemplos en la calle Real, la Avenida de la Coruña, la Plaza de
Madrid, el barrio de La Suiza o la zona de la estación. Pero a partir de la década
de los 90 comenzó una progresiva destrucción que afectó a la mayoría de estas
construcciones, así como a la práctica totalidad de las que habían sido
levantadas por Regiones Devastadas, hasta no dejar apenas ningún vestigio del
pasado urbano y arquitectónico de Las Rozas.
Por ello, resulta llamativo
encontrar hoy en día una edificación que ya existiera antes de la guerra y, más
aún, que haya mantenido su aspecto original prácticamente inalterado. Esto es
lo que sucede con dos casitas que se sitúan en la Avenida de La Coruña, en la
zona que antiguamente recibía el nombre de Barrio de Arriba, el cual se
extendía longitudinalmente y en paralelo a la carretera nacional.
Se trata de viviendas de dos
alturas, construidas con ladrillo y cemento, muros enfoscados y balcones y ventanas con rejados y barandillas de hierro forjado. Como
podemos apreciar al comparar la fotografía reciente con la realizada al
terminar la guerra, apenas han experimentado cambios estéticos, a excepción de
la remodelación de la planta baja de una de ellas para convertirla en local
comercial.
Por lo demás, resulta
ilustrativo comprobar los daños que muestran las edificaciones colindantes,
especialmente la que aparece a la derecha de la imagen, así como los impactos
de fusilería que se aprecian en los muros y contraventanas. Otro detalle
destacable en la fotografía antigua es la presencia, en primer plano, de una de
las fuentes públicas de hierro fundido que habían sido instaladas en el pueblo
en los años 20, las cuales suministraban agua procedente de los Pozos del
Tomillarón y que, como podemos comprobar en la imagen, además de caño disponían
de un pequeño pilón.
También es llamativo el
recrecimiento que ha tenido el terreno en la zona por la que discurre la
calzada para vehículos, que ha dejado a las casas a un nivel inferior.
Dos construcciones humildes,
pero que tienen el valor de ser de las más antiguas de Las Rozas, resistentes y
supervivientes al paso del tiempo, la guerra, la reconstrucción, las reformas y
remodelaciones, las reorganizaciones urbanísticas y la especulación inmobiliaria…
Al menos, de momento.
Javier M. Calvo Martínez
Fotografía antigua: Archivo personal de J. M. Calvo Martínez
Fotografía actual: J. M. Calvo Martínez
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