Hoy, 14 de septiembre, es el
día grande de las fiestas patronales de Majadahonda, que se celebran en horno
al Santísimo Cristo de los Remedio.
Parece que el origen de esta
celebración en Majadahonda se situaría en el siglo XVIII, cuando se construyó al
sur del pueblo, junto al camino que conducía a Pozuelo, una ermita en honor al
Cristo del Humilladero, posteriormente denominado de los Remedios.
La devoción hacia este Jesús
crucificado arraigó con fuerza entre los majariegos, creándose una cofradía encargada
de velar por el culto y cuidado de la imagen y su ermita, así como de impulsar obras
piadosas y celebrar diversos actos religiosos a lo largo del año.
De todos ellos, el más
importante se hacía coincidir con el día de la Exaltación de la Cruz (14 de septiembre).
Unos días antes de esta fecha, la imagen era conducida en procesión desde su
ermita hasta la iglesia parroquial, donde se celebraban diversos servicios
religiosos acompañados de festejos. Terminados los días de fiesta, la imagen
volvía a ser llevada a su ermita.
Con el tiempo, el culto y la celebración
del Cristo de los Remedios se institucionalizaron, convirtiéndose en las fiestas
patronales de Majadahonda, que se han venido celebrando desde entonces al final
del verano.
En esta fotografía, realizada
en los años 20 del siglo pasado, aparece uno de los momentos más esperados de
las fiestas en aquellos tiempos, la tarde de toros, que congregaba a todo el
vecindario y atraía hasta Majadahonda a multitud de forasteros procedentes de los
pueblos colindantes, e incluso, de la capital y de otras poblaciones aún más distantes.
El festejo taurino se
celebraba en la plaza principal, situada frente a la iglesia parroquial de Santa
Catalina, que desde finales del siglo XIX recibía el nombre oficial de Plaza de
la Constitución. Este espacio, en el que se situaba también el ayuntamiento,
constituía el centro neurálgico de las fiestas patronales, siendo también el
lugar en el que se desarrollaban los bailes con orquesta, otro de
los platos fuertes de las fiestas.
Como podemos ver en la
fotografía, el recinto para la lidia se acotaba con carros, tablones y
talanqueras, que eran ocupados masivamente por los asistentes para ver las
faenas que realizaban modestos toreros y maletillas contratados por el
Ayuntamiento. Además de la lidia, se soltaban toros y vaquillas para que los
mozos se lucieran con carreras, recortes y pases improvisados, no faltando los
sustos y sobresaltos que provocaban las caídas y revolcones ocasionados por las
embestidas de los animales.
Uno de los elementos más
celebrados era el denominado “carro de la risa”, consistente en un carro de dos
ruedas que se dejaba en el centro de la plaza para que los mozos pudieran ponerse
a salvo del toro. En función del número de personas que subían al carro, este
se balanceaba de un lado a otro, basculando sobre su propio eje como si fuera
un columpio, con el riesgo que suponía quedar del lado caído frente al astado, lo
que generaba todo tipo de situaciones cómicas, no exentas de riesgo, que el público
celebraba con risas y algarabía.
En la fotografía podemos
apreciar también el aspecto que ofrecía hace un siglo la fachada norte de la
iglesia de Santa Catalina Mártir, con el pórtico original que daba acceso al
templo, sustituido durante los trabajos de reconstrucción desarrollados por el
organismo Regiones Devastadas tras la guerra.
Ver también la entrada "Una mirada al pasado XII: Día de fiesta, Majadahonda años 20 del siglo pasado"
Javier M. Calvo Martínez
Fotografía: Archivo personal de J. M. Calvo Martínez
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