martes, 18 de noviembre de 2025

LA VIEJA ESCUELA

 


La historia de este singular edificio de Las Rozas comienza en 1944, cuando el organismo Regiones Devastadas, bajo la dirección del arquitecto Fernando García Rozas, proyectó la construcción de una nueva escuela destinada a la educación de niñas. El lugar elegido para su ubicación fue en la base de la ladera oeste del cerro sobre el que se asienta la iglesia de San Miguel Arcángel, en el espacio que hoy en día delimitan la Avenida de la Constitución y la Avenida de la Iglesia.

Las obras se iniciaron en 1945 y se alargaron hasta 1950, dando como resultado un edificio austero y funcional, pero con cierto encanto.

Estaba compuesto por dos pabellones de planta rectangular, destinados a las aulas y otras dependencias auxiliares, articulados por un vestíbulo y distribuidor central de planta cuadrada. La fachada principal, muy sencilla, se abría hacia la intersección de las mencionadas calles. En la fachada posterior destacaba un espacioso pórtico de cuerpo cúbico formado por tres grandes arcos de medio punto con tejado a tres aguas.

El edificio, de una sola planta y cubierta de teja árabe, descansaba sobre zócalo de granito con encintado de ladrillo. Tenía fachadas enfoscadas, amplios ventanales y dos chimeneas, limitándose la decoración a unas sencillas jambas y dinteles de ladrillo visto en los accesos.

La escuela presidía una amplia parcela delimitada por una valla de celosía de ladrillo enfoscado, rematada por losas de granito y con puertas enrejadas, que se integraba perfectamente en el conjunto estético que conformaban la iglesia y los jardines aterrazados que la rodeaban, formados por muros de granito y largas escalinatas.

Como ya hemos indicado, inicialmente se destinó a escuela para niñas, terminando, ya en los años 80, como centro de educación preescolar, siendo necesario construir en la misma parcela un nuevo edificio de dos plantas y ladrillo visto para atender las necesidades de una población cada vez más numerosa.

Durante sus últimos años, la vieja escuela fue empleada para diferentes funciones municipales hasta que, a finales de los 90, con motivo de la construcción del parking de la Avenida de la Constitución, se procedió a su demolición, perdiéndose así otro peculiar edificio que, aunque humilde desde un punto de vista arquitectónico, tenía un destacado valor sentimental para muchos vecinos y vecinas de Las Rozas.

En la fotografía que encabeza esta entrada, realizada desde la torre de la iglesia un frío día de invierno (se aprecia una fina capa de nieve en algunos puntos), podemos ver el aspecto que ofrecía la escuela poco antes de su inauguración, con una serie de hoyos preparados para plantar árboles. Al fondo, a la derecha de la imagen, aparece parte del Barrio de Regiones, mientras que a la izquierda se ven algunas de las edificaciones pertenecientes a la comunidad religiosa Sagrada Familia.

Hoy en día, el sitio que ocupaba el conjunto escolar constituye un espacio abierto, pavimentado casi en su totalidad y poco ajardinado, en el que existe una pequeñísima zona infantil con un par de columpios en los que, cuando juegan los niños, parece activarse una tenue reminiscencia que podría evocar los tiempos en los que ese mismo lugar acogía los recreos de la vieja escuela.


Javier M. Calvo Martínez

viernes, 7 de noviembre de 2025

27-ABRIL-1964: EL PRÍNCIPE JUAN CARLOS VISITA LA ESTACIÓN DE LAS MATAS



A principios de los años 60, el entonces príncipe Juan Carlos de Borbón completaba su formación militar y académica con viajes y visitas a diferentes puntos de España para conocer, de primera mano, aspectos relacionados con la industria, la economía, la sociedad o la cultura del país.

En 1964, aprovechando que la empresa Agroman estaba empleando una novedosa maquinaria para sustituir las antiguas traviesas de madera por otras de hormigón en la estación de Las Matas, se consideró oportuno organizar una visita guiada para que el joven príncipe conociese el proceso.

La fecha elegida fue el 27 de abril. Ese día, lluvioso y desapacible, un grupo de lujosos vehículos estacionaron en la carretera de La Coruña, junto a la estación de Las Matas. Juan Carlos de Borbón, acompañado de un nutrido séquito, entre los que se encontraba el todopoderoso empresario y financiero José María Aguirre González, presidente de Agroman, visitó los trabajos que la imponente maquinaria estaba realizando en las vías de la estación.

El evento fue cubierto por varios periodistas, entre los que se encontraba el fotógrafo Juan Miguel Pando Barrero (1915-1992) que realizó un amplio reportaje fotográfico, actualmente conservado en la Fototeca del Instituto del Patrimonio Cultural de España.

De todas estas instantáneas, hemos seleccionado las que nos han parecido más interesantes por apreciarse en ellas, si bien es cierto que en un segundo plano, edificios y detalles que nos muestran el aspecto que ofrecía Las Matas en aquellos primeros años 60. Incluso, es posible que, en alguna fotografía, alguien pueda reconocer a alguna de las personas que aparecen.




Al fondo, el antiguo edificio de la estación de Las Matas, demolido en los años 90.




Tras la maquinaria, se aprecia el edificio de la estación, con su característico rótulo de azulejos amarillos y letras azules.



El príncipe Juan Carlos junto a otros miembros de la comitiva. En segundo plano, posible personal ferroviario. Al fondo, las edificaciones de la estación de Las Matas.





Dos panorámica que permiten observar el conjunto de la estación, con la llegada de trenes, el anden que existía hacia el lado de Las Matas y, al fondo a la derecha, el aspecto que ofrecía el lugar que hoy en día ocupan el final de la calle Martín Irirarte, la Plaza del Ferrocarril y el comienzo de la Avenida de Los Peñascales.




Al fondo de la imagen, tras la maquinaria, aparece la Subestación Eléctrica y la iglesia del Barrio Ferroviario, ambos edificios se conservan en la actualidad.




Colocación de traviesas. Al fondo, un tren para en el anden que da a Las Matas.




Técnicos observando la maquinaria.







Varias fotografías con personal ferroviario y operarios de la empresa Agroman.





Algunos vecinos se acercan curiosos a la comitiva del príncipe Juan Carlos.




Al fondo, el final de la actual calle Martín Iriarte. Entre los edificios que se aprecian destaca el "Bar El Pilar".





El presidente de Agroman, José María Aguirre Gonzalo, conversa y da explicaciones al príncipe Juan Carlos.




El príncipe Juan Carlos de Borbón camina junto a sus acompañantes por un anden de la estación. Al fondo, la carretera de La Coruña.



Javier M. Calvo Martínez

jueves, 6 de noviembre de 2025

LA "QUEMA DEL JUDAS" DE MAJADAHONDA


Fotografía realizada por Antonio Alcoba López, años 60 (Hemeroteca Municipal de Madrid)


La “Quema del Judas” es una tradición que, con diferentes variantes, se celebra en muchos pueblos de España, normalmente, al final de la Semana Santa.

Aunque con claras reminiscencias paganas, esta celebración está íntimamente asociada a los autos religiosos y gira en torno a la figura de Judas Iscariote que, según los Evangelios, traicionó a Jesús a cambio de 30 monedas de plata en el jardín de Getsemaní, donde por medio de un beso identificó a su maestro para que pudiera ser detenido, comenzando así la pasión y muerte de Cristo.

Todo ello provocó que la cultura cristiana convirtiera a la figura de Judas en sinónimo de corrupción, engaño y vileza, lo que justificaría esta tradición popular en la que un muñeco o pelele, que representa al apóstol traidor, es quemado, apedreado, manteado y/o apaleado públicamente, simbolizando así el triunfo del bien sobre el mal y la derrota del pecado.

Desde el año 2013, el Domingo de Resurrección tiene lugar en Majadahonda una de estas quemas del Judas, recuperando una costumbre que hacía varias décadas que había dejado de celebrarse. En realidad, no parece que se tratase de un evento demasiado antiguo ni arraigado en el municipio. Con anterioridad a la Guerra Civil no encontramos ninguna referencia al mismo, y habrá que esperar hasta los años 50/60 para poder constatar su celebración, la cual se terminó perdiendo hacia finales de los 70, principios de los 80.

Sin embargo, Tomás Descalzo Aparicio, en su libro de memorias titulado “Historias de Majadahonda” (2005), nos presenta El Judas como “una tradición muy arraigada en Majadahonda” y nos describe detalladamente las características fundamentales de la misma:

“En Semana Santa se hacía un muñeco de trapo de grandes proporciones que representaba a todo lo malo que había ocurrido durante el año y al que se le llamaba “El Judas”. Durante algunos años su cara trataba de parecerse a la del alcalde de turno.

El día anterior a su ejecución lo pasaba el muñeco en el calabozo de Majadahonda y llegada la hora lo colocaban en la plaza de la Constitución sobre una pira de leña, bien sujeto para que permaneciera en pie el mayor tiempo posible. Se le prendía fuego y dos personas respetables del pueblo, con sendos palos largos, le daban una soberana paliza ante el alborozo de los vecinos que se habían concentrado a su alrededor. Después de la quema se lanzaba una colección de fuegos artificiales.”

Sin duda, el origen de la Quema del Judas en Majadahonda partió de la parroquia, ya que esta celebración se realizaba al final de la Procesión del Santo Encuentro, tradicional en muchos pueblos de España, pero que en Majadahonda también parece haber comenzado a celebrarse en aquellos años 50/60. Durante este acto solemne, que se realizaba el Domingo de Resurrección, dos procesiones salían de la iglesia de Santa Catalina en direcciones opuestas: una con la Virgen de la Alegría, cuyo rostro era cubierto con un velo, y otra con la imagen del Divino Niño, que representaría a Jesús resucitado. Al final de sus respectivos recorridos, ambas procesiones se encontraban frente a la iglesia, momento en el que el alcalde retiraba el velo del rostro de la virgen, procediéndose posteriormente a la quema del Judas.

Afortunadamente, contamos con una serie de magnificas fotografías realizadas en los años 60 por Antonio Alcoba López, en las que podemos ver cómo eran aquellas primeras Quemas del Judas en Majadahonda, confirmando muchos de los detalles que Tomás Descalzo Aparicio recogía en sus memorias.



Fotografía realizada por Antonio Alcoba López, años 60 (Hemeroteca Municipal de Madrid)


En esta primera fotografía se recoge el momento final de la Procesión del Santo Encuentro, en el que ambas imágenes se encuentran frente a frente.



Fotografía realizada por Antonio Alcoba López, años 60 (Hemeroteca Municipal de Madrid)


Esta instantánea, realizada desde la torre de la iglesia, nos ofrece una panorámica general del ambiente previo a la quema del Judas. Resulta especialmente interesante conocer el aspecto que en aquellos años 60 ofrecían la calle de la Iglesia y la Plaza de la Constitución, ambas sin pavimentar y donde, junto a edificaciones más antiguas, destacan algunas de las actuaciones realizadas por el organismo Regiones Devastadas al concluir la guerra, como una serie de viviendas y el grupo escolar que aparecen en la parte superior, a la derecha de la imagen. También, al fondo, podemos ver el antiguo cementerio junto al camino que conducía a Las Rozas.


Fotografía realizada por Antonio Alcoba López, años 60 (Hemeroteca Municipal de Madrid)


La presente fotografía, junto a la que encabeza esta entrada, nos permiten apreciar las características del muñeco que representaba al Judas, un pelele confeccionado con ropas viejas y trapos, relleno de paja y colocado en un poste. La figura era aderezada con cintas de petardos, cuyo encendido provocaba una atronadora sucesión de explosiones que anunciaban el inicio de la quema del muñeco.



Fotografía realizada por Antonio Alcoba López, años 60 (Hemeroteca Municipal de Madrid)


Magnífica instantánea que creemos recoge perfectamente el ambiente que creaba la Quema del Judas, en la que además podemos ver uno de los conjuntos de casas que sobrevivieron a las destrucciones de la Guerra Civil, en concreto, las que se situaban en la antigua calle Real, saliendo de la plaza por su lado este, hoy desaparecidas.



Fotografía realizada por Antonio Alcoba López, años 60 (Hemeroteca Municipal de Madrid)


Por último, y tal y como recogía Tomás Descalzo Aparicio en sus memorias:

"Se le prendía fuego y dos personas respetables del pueblo, con sendos palos largos, le daban una soberana paliza ante el alborozo de los vecinos que se habían concentrado a su alrededor."

En definitiva, un gran documento gráfico de Majadahonda y sus gentes en los años 60 del siglo pasado, que tenemos que agradecer al periodista y Doctor en Ciencias de la Comunicación Antonio Alcoba López, prestigioso profesional del fotoperiodismo nacido en 1935, así como a la Hemeroteca Municipal de Madrid, en cuyos archivos se conservan muchas de sus magníficas fotografías.


Javier M. Calvo Martínez